Saturday, October 15, 2005

BREVE NOTICIA DE LOS MAESTROS REVOLUCIONARIOS.

BREVE NOTICIA
DE LOS
MAESTROS REVOLUCIONARIOS.
Por Waldemar Verdugo Fuentes

   Los Maestros Misioneros de México, hoy esparcidos en toda América y nuestras islas, de acuerdo a lo que se sabe y desprende de la tradición, son hoy como ayer una cofradía inter denominaciones que nació a comienzos del siglo XX al amparo de la revolución mexicana de 1910; formalmente, como Orden establecida no existen, simplemente porque cualquiera que lo desee: un profesor, un médico, un jardinero, un carpintero, un político, un comerciante... cualquiera puede ser un maestro misionero; sin embargo, tiene sus propias señas y principios. Son hombres y mujeres ("de gran fe" escribe José Vasconcelos) que siempre ayudan al más desprotegido. No son una Orden formal porque no tienen nada que ver con santos o dioses, aunque si tuviéramos que citar a una figura cuyas enseñanzas comparten, citemos el nombre de Jesucristo, hijo de María, especialmente en su proclama de amar a los otros como a sí mismo. Pero no son, en verdad, religiosos.

   Estrictamente, atribuyen los problemas del mundo, la desigualdad económica y social como consecuencias de las profesiones mal servidas. Decía Gabriela Mistral: "Tal vez, mis amigos, la única cosa importante en este mundo sea, bien mirada, el cumplimiento perfecto de nuestro menester... Político mediocre, educador mediocre, médico mediocre, artesano mediocre, esas son nuestras calamidades verdaderas".

   Entonces, afirman que si cada uno se dedicara a cumplir conscientemente su oficio, los problemas domésticos del mundo acabarían. Para los maestros lo primero es saber que lo que creemos que es la verdad, no lo es en absoluto. La verdad, es cierto, está en cualquier lugar donde sea que la encuentres.

   Para acercarnos al método de ellos, es necesario que dirijamos nuestra atención hacia los métodos convencionales de estudio y que los comparemos con el de ellos. En todos los países y en todas las comunidades humanas existe básicamente solo un método de estudio aceptado, que se deriva de la forma en que el ser humano, cuando es niño, aprende de sus padres y del medio ambiente. Esencialmente no existe error en este método, de hecho hemos llegado aquí por el. Sin embargo, a pesar de lo común o usual que es, sólo puede ser usado para estudiar algunas cosas y no todas; dado que el niño es como una fruta: nacerá cuando esté madura.

   Se puede ilustrar este método establecido y su consecuencia por medio de ejemplos sencillos: el comienzo del aprendizaje, que muy pronto se desarrolla en el niño, es que el niño es premiado o castigado de acuerdo a los progresos que haga para aprender aquello que sus padres desean que aprenda, ya sea por instrucción directa o por medio de una situación creada para el niño por los padres. Se ha desarrollado este método de enseñanza debido a cierta característica del niño, y es que el ser humano naturalmente por sobrevivencia busca el placer y evita el dolor.

   Una vez que se ha reconocido este principio, es comparativamente fácil entrenar al niño -o al animal-, ofreciéndole alicientes para aprender o negándole la cooperación si no aprende. La búsqueda del placer y el rechazo del dolor se desarrollan más agregándole, a medida que crece, el usual sistema de aprobar o desaprobar sus acciones con premio o castigo. Esta práctica que encontramos generalmente en la relación hogareña es también lo usual en la escuela de tipo común: tenemos la figura autoritaria del profesor, que ocupa el lugar de los padres, mientras que el alumno representa al hijo, y la libreta de calificaciones el historial del premio o castigo por su desempeño. Ambas partes conocen las reglas de la escuela, así como las reglas familiares. Y en general los métodos tradicionales son así. La enseñanza se lleva a efecto en un cuarto o una casa específica; a los estudiantes se le ofrecen motivaciones para aprender; se les premia o castiga de palabra, en ciertas zonas aún por medio de golpes, con lisonja o terror sicológico, de acuerdo con el progreso que hagan, y midiendo este progreso por la disposición que posea el estudiante para adaptarse al medio ambiente que para ellos se ha creado; igual para un niño que para un joven o un adolescente, en la escuela básica o en la universidad; siendo obvia la regresión infantil a medida que el hombre, al contrario, necesita desapegarse de esta.

   Es cierto que si la familia es "buena" o la escuela "moderna", no existiría peligro en ello, porque se le daría al estudiante, al mismo tiempo, el conocimiento de la necesidad de independencia, pero no siempre es así. Es más: casi nunca es así. Por ignorancia, en general para los padres un hijo nunca deja de ser un niño y siempre será tratado como tal; y en las escuelas los alumnos no pasan de ser un dato estadístico, un nombre sin rostro, una cifra.

   Estos maestros misioneros ven en el individuo al que están enseñando siempre a un adulto; en su terminología, ser un adulto significa aquel que está en un estado mental distinto de quienes se ha hecho regresar o permanecer en el nivel infantil del premio o castigo. Por esto, se veía a Gabriela Mistral enseñando, simplemente, desde un banco público de una plaza cualquiera, o sentada en un tronco en las selvas del Caribe, guiando lo mismo a un niño que a un adulto, con un trato digno igual para todos. Y, dado que la mayoría, en materia de aprendizaje, no conoce otro método que no sea el de regresión, es que resulta extremadamente difícil transmitir a los alumnos, en primer lugar, la manera en que pueden comportarse como personas adultas. José Vasconcelos planteaba que lo mejor al respecto es hacerlo a través del comportamiento propio, del ejemplo viviente mismo de la manera del maestro como ser. Cuando se le pregunta a Gabriela cuál es la mejor forma de iniciar la aplicación de la enseñanza, de ser un maestro verdadero, ella decía:

   "Lo primero es dulcificarse. Eso es todo: dulcificarse".

   Ellos son claros: incorporan un método de enseñanza que a través de la cortesía evita que los discípulos regresen deliberadamente a un estado infantil, tratando a todos cordialmente como adultos, con discernimiento y necesidad individual. Si el maestro se comporta en una forma autoritaria, el estudiante, automáticamente, tenderá a aceptar o rechazar lo que diga; si lo acepta en la forma convencional, en la forma regresiva del premio o castigo en que está acostumbrado a aceptar las cosas, se estará auto-condicionando, de lo que resulta esa manera horrible en que se moviliza a las masas. Si lo rechaza, pensando que así está afirmando su individualidad o madurez, no podrá obtener los beneficios del contenido de la enseñanza.

   La solución planteada para esto es que el discípulo tome un tiempo para convencerse de la ineficacia de estas dos reacciones, lo que ha de ser el fin primero de la labor. Esto se consigue, antes que nada, en la relación nueva que los maestros plantean entre el que enseña y el que aprende. Esta relación está basada en la discusión, o sea, el intento de encontrar, entre muchos, la verdad. Gabriela Mistral en sí, lograba esto plantándose en medio de la comunidad donde estaba, unos minutos cada día, leyendo del periódico, en voz alta, las noticias del día; o narrando una historia. Leyendo y comentando con cuantos fuesen que estuvieran, prestando a todos por igual su atención, porque cada opinión es importante, la del niño, el hombre, el anciano. Después, en su práctica, ella trabajaba muchas horas con los propios maestros de la comunidad, o los creaba en una relación de maestro a discípulo, que era generalmente oral por las necesidades de la primera época de ellos cuando todo estaba por hacerse, y sólo eran un puñado de hombres y mujeres de nobles principios inflamados por una revolución.

   Con el tiempo, esta práctica de transmisión oral (que es la forma más antigua de sabiduría) la enriquecieron con sus Textos de Discusión, que son cortas ideas, generalmente filosóficas, que los maestros plantean a su grupo de enseñanza, dando facilidad para el comentario que quien escucha desee hacer (una breve serie de estos Textos de Discusión cierran este libro). Estos textos del método han de llevar al nacimiento de una forma de trato que enfrente al maestro y al discípulo de igual a igual. No se trata de hablar por hablar; el maestro sabe la respuesta que busca. Un maestro no es retórico, un maestro es lógico. Como desde el comienzo se adaptan a épocas de trabajo en cada sitio, para optimizar el tiempo humano se decidió entonces tratar a todos como adultos, para ayudar a asumir de entrada una actitud responsable.

   Todos Somos Adultos.

   Cualquier forma de actividad humana tiende a centralizarse alrededor de ciertos factores comunes, ya sea una religión, un sistema filosófico, una nacionalidad o un club. Existirá un dirigente, un grupo de personas, probablemente cierta información específica o historia equivalente, ciertos lemas, y un sentido de pertenecer grupalmente a lo mismo. Todos, o casi todos estos elementos son legítimos en los campos en que tienen aplicación. Sin embargo, entre los maestros misioneros no se aplican porque la intención es producir otro tipo de comunidad. Una sociedad más justa, en que nadie queda afuera. No importa si las personas son blancas, negras, amarillas o de una estrella lejana. Se sabe que la información se debe estudiar con la deliberada intención de no adoctrinarse, sino de familiarizarse con todo lo que se pueda comprender, en el nivel que se lo pueda comprender por el momento. Es más fácil condicionar, manejar o adoctrinar personas que darles comprensión. Es mucho más económico fabricar millones de artículos de producción masiva que crear una sola obra de arte. Un artículo de producción masiva puede ser tan necesario como un artículo único, pero debemos estar de acuerdo en que entre ambos existe una diferencia.

   El hecho es que el método de enseñanza de los maestros tiene funciones diferentes y actúa en diferentes maneras. En términos generales, las diversas culturas del siglo XX se desenvolvieron en la etapa del que ve y oye, pero sólo intuye que esto puede sentirse y tocarse; insatisfechos de saber que hay muchas más formas de percibir las cosas que sólo mediante el uso de dos facultades. ¿Pero que hay de las otras experiencias, del tacto, del gusto?

   Nuestra civilización se hizo en esencia intuitiva sólo creyendo que las cosas que ve u oye, puede sentirlas y tocarlas. Es decir, nuestras máquinas nos envían los murmullos de lo más hondo del mar, o de una gruta precipitada, pero no hemos llegado en persona allí; tenemos fotos de planetas lejanos, pero no los hemos pisado aún, entonces, sólo podemos asociar lo que vemos por la intuición de lo que sabemos. En vez de decir: "Esto es esto", decimos: "¿No es que esta figura parece tal y tal cosa? Esa toma de Marte, ¿no es que parece una pirámide? Llamémosle, entonces, "zona de la pirámide". ¿Es que aquélla idea representa esta experiencia?", y así sucesivamente. Sabemos que tal cosa es verdad, pero no sabemos por qué; sabemos que más allá de Plutón hay otro planeta en nuestro sistema solar, cada día hoy recibimos miles de fotos de planetas en incontables otros sistemas del espacio exterior pero no sabemos más, entonces clasificamos en espera, bajo cierta sigla y un número.

   Sabemos que no se pueden adquirir percepciones eficientes a menos que se sepa cuáles son ineficientes y cuáles son las condiciones. De aquí plantean los maestros misioneros la necesidad de depurar nuestra propia cultura a través de la observación en nuestra propia labor, es decir, cómo un material de enseñanza afecta en la comunidad en que se trabaja.  El siguiente paso es inducir las ventajas emocionales e intelectuales y al mismo tiempo conservar la hipótesis operativa de que puede haber otras ventajas y otros contenidos que no se han percibido; el intelecto le puede decir a uno que una manzana es buena, saboreándola sabe que le gusta, sin embargo, ¿qué puede decir del valor alimenticio de la manzana citando sus proporciones químicas, si de ello, poco o nada sabemos generalmente?

   Por eso, si uno busca estímulos emocionales o intelectuales, eso, los maestros misioneros le dirán que lo busque en otra parte, que lo ofrecen en todo alrededor, le dirán que ellos están interesados en otras cosas más reales, en enseñar las primeras letras al que no sabe leer, por ejemplo, o en levantar una escuela o una casa desde sus cimientos o en vacunar contra enfermedades a una población entera o sembrar un campo, porque, sépase, la mano de obra es tarea fundamental de los maestros misioneros.

   Es este un grupo de trabajadores a la manera puritana, en la mejor concepción del término, en que se considera el oficio o profesión como una manera de relacionarse y conocer a Dios. De una vez digamos que el Dios de los maestros misioneros está sobre las veleidades humanas; que Dios nada tiene que ver con riqueza mal distribuida, malos políticos y peores servicios, eso, como todo, es sólo inherente a nuestro libre albedrío, es decir, resulta de nuestra manera de organizarnos en comunidad. Cuando recuerda a Gabriela Mistral, nos dice Emma Godoy: 

   “-Ella nunca fue panteísta. Siempre tuvo la visión de un Dios separado del Universo... a imagen y semejanza del Éxodo, cuando desde el fuego, Dios informa a Moisés que Su rostro sólo es develado con la muerte. Que nadie verá Su rostro antes. Así, la relación de los maestros misioneros con la religión, sea esta cuál sea, es algo secundario. Se trabaja aquí en la Tierra".

   Entre ellos, la relación con Dios es algo individual, que cada quién entiende a su modo y en su momento. Lo de ellos se trata de la relación entre los hombres a partir de la auto-observación, sin ser auto-referente, algo que se entiende con la práctica. Igual a José Vasconcelos, la Mistral también aprendió de escuelas orientales, en particular la budista. Ella, en particular, en sus primeros escritos llega a increpar a Dios y cita al cielo "como un inmenso corazón que se abre amargo. No llueve: es un sangrar lento y largo".

   El maestro Vasconcelos decía que la falta de libros entre el campesinado nada tiene que ver con Dios, "es cosa de hombres", y se enfrasca con Gabriela Mistral en lanzar ediciones multitudinarias de los clásicos. Creen los maestros que entre ellos y los necesitados, Dios puede volverse un inmenso abismo insalvable. Así es que sólo dan fe de El con su trabajo, llegándole a citar en voz alta como "lo Innombrable", "lo que no se nombra", "quien no tiene nombre", "lo sin nombre"... Así, sus intereses asumen forma más acá de ese orden oculto que nombramos Dios.

   Más allá están los intereses íntimos de los maestros misioneros, en que Dios pasa a regir cada acción, incluso la del alimento que ingieren y ciertos hábitos que requerirían, sólo para citar, de un gran espacio. Por lo que, ahora solo brevemente citamos intereses estrictamente personales que suelen practicar, según la manera en que el maestro se entrena comúnmente. Digamos que si bien suelen no hablar de Dios, por El rigen su vida. Es cierto que, si bien la suya no es una religión, son profundamente religiosos. Por ello es que hoy se habla de los maestros como de misioneros, practicantes de una misión antigua en que todos tienen cabida sin importar más que el ánimo de servir: servicio a uno mismo para servir al prójimo en conciencia. Amar a los otros como a uno mismo, ya dijimos, dulcificándonos y viendo en cada uno de los demás a un adulto. Pero el amor es lo principal.

   Para un maestro el amor es el Camino hacia la verdad, el conocimiento y la acción. No lo conocen aquellos que idealizan al amor y buscan acercarse a él, que huye de quien lo busca como un ave de un objeto en movimiento: en esta lid lo mejor es estar quieto. La verdad es un camino hacia el amor, el conocimiento, la acción. La verdad es un camino sin tropiezos. El conocimiento es un camino hacia la acción, el amor, la verdad. El conocimiento está en todas partes pero muchos no lo pueden ver y claman porque lo necesitan y no saben que está cerca de ellos todo el tiempo. También la acción es un camino que toma más corrientemente el maestro. La acción es un camino hacia el amor, la verdad, el conocimiento. ¿Pero qué acción, cuándo y dónde? ¿Acción con quién y con qué fin? ¿Cuál es la clase de acción que se refieren cuando se dice que ésta es un camino? La acción es el buen cumplimiento del oficio como solución a los problemas sociales de la vida. El tiempo es ahora. El lugar es aquí y con quien sea que esté a nuestro alrededor. Todos necesitamos ayuda. Así, aunque se les ha juzgado mal por afirmarlo, decimos que es un hecho real que para los maestros la comprensión de la importancia de la acción en el conocimiento de los caminos es verdad. Ellos nunca dicen: "yo busco amor" porque aman; "yo deseo conocimiento" porque conocen; "yo anhelo la verdad" porque son verdaderos; "mi interés es sólo la acción" porque saben que el amor es acción; acción es conocimiento; conocimiento es verdad; verdad es Amor.

 
FRASES DE DISCUSIÓN DE LOS MAESTROS REVOLUCIONARIOS(Estos fragmentos se discuten corrientemente en las escuelas donde hay maestros repartidos en nuestros países e islas; porque sólo la práctica logra aprehender la esencia. En un comienzo eran frases sueltas rescatadas del periódico del día o un libro, y comentadas a viva voz entre todos. Otras eran creadas por los propios maestros o sus discípulos. Hoy todas se atribuyen a la tradición. De las aquí reunidas para esta investigación, digamos solamente que las últimas ocho pertenecen a Gabriela Mistral).

1
Lo aparente es el puente hacia lo real.

2
Lo aparente es similar pero no igual.
Se compenetra uno con otro,
Pero cada uno sostiene su peso.

3
Ahora obtiene lo que te entrego.
Ahora te lo ruego: consérvalo intacto.

4
El alba no es verdaderamente clara.

5
Mírate en un espejo: tu forma y tu reflejo se ven.
Tú no eres el reflejo, pero el reflejo eres tú.

6
Se acepta la moneda falsa sólo
porque la moneda verdadera existe.

7
Lo pequeño penetra en lo grande.
El límite de lo infinito
es el propio límite de lo finito.

8
Si hay en lo creado alguna diferencia
-incluso una insignificante-
la creación no podría armonizar con el ritmo.

9
Por ahora tenemos lo inesperado y lo gradual,
ahora el conocimiento es una parte,
una referencia para la comparación.

10
En el exterior la inactividad,
en el interior la actividad.
Es como un caballo amarrado
o como un ratón escondido.

11
Si deseas entender, sigue.

12
El sabedor de arquería
-por medio de su técnica precisa-
da en el blanco a la mayor de las distancias.
Pero si en pleno vuelo
la flecha y una lanza chocan
la técnica perfecta pierde toda su eficacia.

13
La flecha necesita de un arquero
¿por qué es así?

14
Lo que se ve es el ojo que ve.

15
Para uno cada situación es única.

16
Ir al encuentro, tocar.

17
Un círculo es sólo relativamente circular. Al aumentar proporcionalmente sus dimensiones varios centenares de veces, se descubre que ya no es un verdadero círculo.

18
La actividad local,
la actividad local,
y la actividad local.

19
El esfuerzo no es esfuerzo sin tiempo adecuado, lugar adecuado y, por cierto, gente adecuada.

20
No es accidente que estemos hoy, aquí.

21
Es estúpido buscar algo donde la imaginación esperar encontrarlo. Ello está, de hecho, en cualquier parte donde lo puedas encontrar.

22
Si un maestro emplea un mismo método con todos no es un maestro, menos el tuyo.

23
Por cada fantasía o asunto imaginado, existe una realidad de la cual aquellos son una falsificación.

24
Cuando es la hora de la inmovilidad, estar inmóvil;
en el tiempo de estar en compañía, estar en compañía;
en el lugar el lugar donde hay que hacer el esfuerzo.
En el tiempo y lugar de cualquier cosa, cualquier cosa.

25
Si tomas por absoluto lo relativo, puedes perderte.
Y si existe este peligro, mejor no tomes nada.

26
Mejor, no vamos a hablar de los cuatro caminos
o de los setenta y dos senderos o de las
bifurcaciones tan numerosas como las almas vivas.
Mejor hablaremos del camino único
y del logro porque todo le está subordinado.

27
La esencia sólo se manifiesta en la comprensión.

28
Lo real es como tú lo piensas.

29
Tú escucha lo que digo:
hay otras palabras además de estas.

30
Es posible que sigas un arroyo.
Comprende que lleva al mar.
Nunca puedes confundir un arroyo con el mar.

31
No te lamentes por el pasado
y no te preocupes por el futuro.
Somos olas inmóviles como las del fondo del mar.
Por esta forma de descanso circular
es que estamos vivos.

32
Deja de ostentar tu intelecto y tu aprendizaje;
aquí el primero es un estorbo
y el segundo una estupidez.

33
Para un asno un cardo es una fruta deliciosa.
El asno come cardo y sigue siendo asno.

34
El anochecer precede a la mañana.
La noche se convierte en aurora.

35
Todos los hombres,
excepto nosotros,
están muertos.
Vivimos algo único e irrepetible.

36
¿Qué es más importante?
¿Qué Juanito abra la puerta y vea un dragón?
¿O que Juanito abra la puerta?

37
Sólo se tiran piedras al árbol cargado de frutos.

38
Antes de hablar,
aunque te hayan instado a hacerlo,
piensa en si lo que vas a decir
es más importante que tu silencio.

39
También lo contrario existe y existe y existe.

40
Un hombre y una mujer
son compatibles con la existencia en general,
así no parezcan.

41
Sin continuidad no hay solución.
Sin el ir y devenir no hay solución.
Sin interrelación no hay solución.
Sin integridad no hay solución.
Sin solución no hay solución.

42
Cuando se comprende,
la función última es demostrar
que dicha comprensión es meramente
un preludio de algo diferente.

43
Ahora, iremos a ver cómo juegan los niños.
Iremos en silencio para no romper el hechizo,
que donde juega un niño es territorio mágico.
¿Hay acaso hombre más serio que un niño jugando?


Últimas Ocho

44
No importa amigos, ¡hay que seguir!
Seguimos caminando...

45
Tú no esquives el rostro.
Tú no apagues la lámpara.
¡Tú no sigas callando!

46
Niño indio, si estás cansado,
tú te acuestas sobre la tierra,
y lo mismo si estás alegre,
hijo mío, juega con ella.

47
Ya no juego en las praderas
y temo columpiarme con las mozas.
Soy como la rama con fruto.

48
Lo que llamamos pérdidas o conflictos o problemas son pequeños mientras la tierra permanece nuestra. La única tragedia verdadera es su enajenamiento. Cuando esto ocurra, hay que decir, parodiando a San Juan: "Hacia el fin de la tierra no era nuestra".

49
Nunca hubo amor sin rostro. Y si nos cuentan algún amor así, es una mera fantasía o fábula lo que nos cuentan.

50
Cabe el mundo entero en una canción.

51
Se te va todo, se nos va todo.
Eternidades van y eternidades vienen.

Waldemar Verdugo Fuentes.
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